sábado, 9 de mayo de 2015

El náufrago estupefacto

La esperanza era lo único que mantenía vivo al hombre de la balsa. Debajo de su enflaquecido rostro se adivinaba el esqueleto. De su boca temblorosa salía un estertor continuo. Sus ojos brillaban de fiebre. Hacía ya más de un mes que se aferraba a la vida sobre su miserable conjunto de planchas de madera.
De pronto, un ruido nuevo llegó hasta su cerebro debilitado. Era el delirio que, sin duda, ronroneaba así. Pero ¡no! Un helicóptero se acercaba lentamente y sobrevolaba el esquife. ¡Salvado! ¡Estaba salvado! El náufrago inició torpemente unos pasos de baile.
Entretanto, una escalera de cuerda había sido desliada desde el helicóptero. Un hombre, vestido de andrajos, con la cara demacrada invadida por una barba hirsuta, era empujado brutalmente hacia los primeros escalones.
El helicóptero se alejó y desapareció.
Ahora había dos náufragos sobre la balsa.

Roland Topor (del libro Acostarse con la reina)

Imagen: Eric Lambé

1 comentario:

Marcos Callau dijo...

Muy inquietante. Saludos.