La espada enemiga dividió al cristiano en dos mitades. Por un incomprensible error burocrático, la mitad culpable fue enviada al cielo y la mitad inocente al infierno. Lo paradójico del caso es que, tras cierta perplejidad inicial, ambas mitades fueron eternamente felices.
Imagen: M. C. Escher
16 comentarios:
Un afilado hilo dental te hizo bilingüe.
Jajaja,magistral!!
No existe la bondad pura ni la maldad extrema, de ahí que se sintieran a gusto, supongo.
A lo mejor tenían ganas de cambiar de aires...
;-)
Y lo sorprendente del caso es que fueran felices ETERNAMENTE. Y yo que me conformo con momentos dispersos de felicidad.
Buen relato sin duda, HERMAN
Buenísimo. Seguro que de haber ido cada mitad a su sitio no habrían sido tan felices.
Genial también el texto de Schopenhauer. Voy a empezar a dormir más, por si acaso...
Un saludo
Me complace tu dolorosa miniatura, Galleto. Con mi nueva lengua bífida podré libar distintos néctares al mismo tiempo. Un abrazo opresivo.
Tu risa es siempre bienvenida, Goroka. Y también tus loas.
Así es, Mega. Todos albergamos un ángel y un demonio que se manifiestan alternativamente, según el caso. Solo los impostores son siempre buenos.
Como bien señalas, Viajero, la felicidad eterna es una ficción. Nadie podría soportarla. Gracias por tu amabilidad.
Y gracias también a ti, Elena, por descubrirme a Haruki Murakami. Ciertos párrafos de "Kafka en la orilla" perduran todavía en mi memoria. Muchos besos.
Buen microrrelato, Herman. Consigues lo máximo que se puede extraer de tres frases. Saludos.
¿Y si fuera verdad?
Lindo relato, Herman... apuntado a favoritos, un placer.
Está claro, lo bueno si breve dos veces bueno.
El soterrado enfrentamiento de nuestras dos mitades, disimulado siempre, y la mirada final a la cara del otro: ese magnífico complemento que nos lleva a la unidad.
No sé si eres consciente de lo que has escrito, si has dicho justo lo que querías, si pretendías profundizar como lo has hecho... El caso es que esas pocas palabras podrían ser la cita previa a un hondo tratado sobre el ser humano y su intrínseca dicotomía entre el bien y el mal, tan gratificante el uno como el otro, tan egoístas los dos y tan cabronamente emparentados.
Igual se me ha ido la olla y la cosa es de otra manera.
Un saludo, amigo.
A veces lo desconocido es lo que realmente te hace feliz.
No siempre el que acarrea con la culpa la tiene y el inocente tampoco siempre lo es.
Un saludo herman.
En todos nosotros existe un ápice de maldad y de inocencia.
¿quien se atreve a decir que no es así?
Gracias, Recaredo, Joseba y Suel por vuestros agradables comentarios.
Celebro, Hank, que hayas captado el trasfondo del asunto. Tu paráfrasis resulta certera. ¿Nos ponemos a escribir ese tratado filosófico?
Un placer tu suave visita, Espectadora.
Pocas palabras, para qué más, para definir la condición humana.
Impecable ;)
besos
musa
Vaya es un texto que te hace pensar, no sabemos que es lo que nos puede hacer felices en esta vida (o en esta muerte)
Un saludo
No me extraña tal dicha. La vida misma es un error, un mero accidente, y hay existencias felices (o eso dicen).
Besos orgiásticos.
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