miércoles, 2 de marzo de 2011

La bondad


La dama de caridad miró piadosamente al ciego. Y, llena de conmiseración, sin dudarlo un solo instante, depositó sus ojos en el plato del inválido.

Jacques Sternberg (Cuentos glaciales)

Imagen: Pablo Picasso (El guitarrista ciego)

12 comentarios:

Raúl dijo...

Qué envidia de cuento. Joder.

josef dijo...

Tremendo, genial!

Víctor dijo...

Cuánta inutilidad en ese gesto.

BB dijo...

Eso se llama, bondad o caridad non plus ultra...
Cómo me ha gustado ese cuento, Javier!
Besos
BB

Miguel Baquero dijo...

Gran cuento, sí señor, pero siendo prácticos le podía hacer dejado sólo uno y así verían los dos, el mendigo y la mujer

Maite dijo...

Muy buen juego con el doble sentido. Excelente. Un abrazo.

Javier Puche dijo...

Raúl, envidia, mucha envidia, de la que corroe el alma como un hámster famélico. Daría los ojos (y las orejas) por haber escrito un cuento así.

Señor Josef, en efecto. Una pieza memorable. Recitémosla por doquier.

Víctor, la bondad resulta inútil con demasiada frecuencia. Lo cual no obsta para practicarla en lo posible. Lúcidamente, claro. Y no de forma atolondrada. Porque la bondad irreflexiva puede generar catástrofes.

BB, piedad kamikaze, bondad gore, altruísmo ocular. Podríamos ponerle muchos nombres al gesto de la entrañable protagonista.

Miguel, tienes razón. Mejor tuertos que ciegos. La mujer se precipitó levemente.

Maite, no se puede jugar mejor en tan pocas líneas. Sternberg es colosal. Cambio mi nariz por su destreza.

Marcos Callau dijo...

Estupendo.

Jesus Esnaola dijo...

Lo tienes Javi, tienes los Cuentos Glaciales? Han salido en España? Mira entre éste y los que ha ido colgando Berti, que es el traductor, no puedo tener más ganas de leerlo.

Un abrazo.

Javier Puche dijo...

Marcos, desde luego.

Jesus, creo que aún no se han editado en España estos "Cuentos glaciales". Yo también anhelo tener ese libro entre las manos, aunque se me congelen. E igual que tú, supe de Sternberg gracias al blog de Eduardo Berti. Habrá que estar alerta. Un abrazo

Gemma dijo...

Bueno, piadoso y crudo a un tiempo.
Como ocurre siempre con cualquier manifestación de extrema (por desacostumbrada) generosidad.
Abrazos, Javier

Maria Coca dijo...

Magnífico. Qué maravilla...

Un saludo.