Una aeronave surgió del horizonte a toda velocidad. Se detuvo en las afueras de Tokio. Sus tripulantes, criaturas invisibles que hablaban telepáticamente, pulsaron un botón azul. De súbito se hizo de noche. La tierra comenzó a temblar y a resquebrajarse. Todos los animales huyeron. A miles de kilómetros, el único hombre capaz de salvar el planeta (un héroe moderno y negligente) se entregaba al placer en un lupanar de Lisboa. Fuera la ciudad ardía y los rascacielos se desplomaban. Ajeno al Apocalipsis, nuestro héroe inútil, que yacía deleitosamente con una meretriz experta, rompió a gemir. Su orgasmo coincidió con la explosión definitiva del mundo.
19 comentarios:
Cuántas connotaciones, señor.
Parece mentira pero ya no hay héroes como los de antes.
Buena pieza, Javier.
Un beso
Si tenemos que terminar, que acabemos así...jejeje. Un abrazo.
Estoy con GEMMA, los heroes han perdido el norte.
Señor 400, es usted muy amable.
Gemma, los héroes parecen haber abandonado la realidad. E incluso la ficción. Otro beso para ti.
Marcos, al menos ese incompetente disfrutó del final.
Araceli, han perdido los cuatro puntos cardinales, yo creo.
La naturaleza no tiene ninguna finalidad. La naturaleza no es sabia ni es nada, todo héroe es pequeño ante la amoralidad de la naturaleza. Esto pega un estornudo y nos vamos todos a criar malvas y ningún héroe lo para, esté o no en Lisboa, con una meretriz o con el nuncio apostólico.
Salud
Francesc Cornadó
Así se habla, Francesc.
Estoy totalmente de acuerdo con Francesc. Lo único que me toca las narices es que en el relatono es el movimiento caprichoso de las placas tectónicas lo que desata el final, sino unos cabroncetes de otra galaxia...
Sed felices hoy, no lo dejéis para mañana, por favor.
Kate, al igual que tú, coincido con Francesc. Y creo que mi relato también lo hace. Si la naturaleza (o el universo encarnado en alienígenas hostiles), decide prescindir de nosotros, precaria e idiota especie, lo hará sin dificultad, entre bostezos, aunque nos defendiera una legión de superhéroes invencibles.
Gracias Javier. Ahora entiendo mucho mejor tu relato. Inteligente manera de plasmar nuestra insignificancia. Pero, para vivir con la consciencia de nuestra pequeñez es necesaria una cierta heroicidad ¿no crees?
Un abrazo.
Fantástico!!!
Hay negligencias que nos cuesta pagar a todos. Muy brillante y adecuado.
Un abrazo.
Kate, aplaudo el aforismo que propones ("Para vivir con la consciencia de nuestra pequeñez es necesaria una cierta heroicidad"). Aquí va otro: "Sólo un valiente puede enfrentarse a la propia cobardía". Por decir algo.
María, todos albergamos océanos de negligencia. Gracias por venir.
Es que es difícil atender a todo ;-)
Interesante texto, Javier. Me gustó.
Abrazos,
PABLO GONZ
Si es que... dónde están los héroes cuando se les necesita, hombre!
Hola Javier,
¿Cómo estás?
Me chifla tu micro. Acabo de leer, otra vez, "El extranjero" de Camus y creo que comparte esencias con este escrito tuyo. Qué podemos hacer, tan insignificantes, tan empeñado en ser algo.... Somos unas criaturas tan tercas... Escribimos, por ejemplo. ¿No hay testarudez más grande? Te mando muchos besos
Los héroes ya no son para el pueblo, no, solo lo son para sí mismos.
Me encantan los OVNIs, no es ningún secreto.
In love me encuentro con tus relatos.. :)
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