lunes, 3 de marzo de 2014

Mantis

Nadie elige de quién se enamora. En lo que a mí respecta, siempre experimenté una fuerte inclinación hacia las hembras peligrosas y estilizadas. Qué le voy a hacer. De ahí que actualmente conviva con un majestuoso ejemplar de mantis religiosa que capturé en la selva virgen de Khao Sok, al sur de Tailandia. Nunca he sido tan feliz. Ni siquiera en el útero materno. Aunque debo confesar que esa criatura me intimida bastante (mide casi dos metros, sin incluir las antenas). Tanto es así que aún no hemos consumado nuestro amor, tras varios meses juntos. Pero intuyo que el momento se acerca inexorablemente. Por las noches, cuando me retiro a dormir, ella permanece en el salón contemplando embelesada el canal porno. Necesita placer con urgencia. Y juro por el Antiguo Testamento que lo tendrá en cuanto logre vencer el temor idiota que me inhibe. Mientras, disfruto hipnotizado de su encanto salvaje. Ahora está devorando un felino en nuestra alcoba. Puedo oírla desde aquí. Bendito sea Dios. Adoro con toda mi alma el ruidito que emite al masticar. Qué le voy a hacer. Nadie elige de quién se enamora.

(Texto publicado en el número 363 de la revista Quimera)

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