lunes, 16 de junio de 2008

Flechazo

Fue un flechazo. Yo estaba distraída, pensando lánguidamente en algo superfluo, cuando su mano comenzó a recorrer mi espalda. Me estremecí. Nadie me había acariciado antes con tanta destreza. Luego me alzó con sus fornidos brazos para olfatearme delicadamente. Reconozco que su osadía me volvió loca. No lo hicimos en público de milagro. Por suerte, logramos contenernos hasta llegar a su casa. No hubo preámbulos. Nada más entrar, me condujo al lecho y empezó a devorarme. Fueron tres horas que jamás olvidaré. Una comunión insólita que trascendía lo meramente físico. Pero la dicha fue breve. Tras la cópula febril, me llevó a la biblioteca y, sin apenas despedirse, me puso en uno de los anaqueles, donde llevo meses esperándole, quizá años. No me resigno: sé que volverá conmigo. Aunque deploro que Lolita y Madame Bovary (esas dos casquivanas con quienes comparto anaquel), me miren siempre con tanta sorna.

25 comentarios:

English Little Pills dijo...

Si es que hay veces que es tocar el lomo de un libro y no poder contenerse.

Larrey dijo...

mira que me lo esperaba (una salida de este tipo) pero al final no la he cazado. Me ha gustado. De todos modos que amante más certero, jamás amé un libro en tan poco tiempo.

Hank dijo...

Lo que a mí me devora es la curiosidad. Dice que Bovary y Lolita la miran con sorna, pero, y ella, ¿quién es?

BGF dijo...

De Enma no se fíe demasiado, que ella no tiene mucho de que chulear... Y la pobre Lolita, ¿qué puedo decirle? Apela usted a mis dos personajas favoritas.

Javier Puche dijo...

Exacto, Suel. Hay pieles irresistibles, de tacto enloquecedor. Y tocarlas equivale a perecer.

¿De veras, Larrey? Pues existen nouvelles que pueden ser leídas en menos tiempo incluso. Henry James escribió algunas excepcionales.

No estoy seguro, Hank, de quién sea ella. Pero a juzgar por el escaso tiempo que su amante tarda en leerla, bien podría tratarse de la joven Daisy Miller.

Quizá seas la primera persona del mundo que no me tutea, Berti. ¿Me habré transformado de súbito en un respetable anciano? Buscaré raudo un espejo.

Gemma dijo...

Pero es que ella sabía muy bien lo que se decía. En efecto, no siempre los libros logran dar con un lector modelo que sea capaz de entender en su justa medida cada capítulo, cada página...

Un micro estupendo, Herman.

Viridis dijo...

Pues entonces, llámame díscola, pues cada noche disfruto de un flechazo diferente.¡¡ De ahí mi insomnio¡¡
Aunque debo reconocer que con Ana (Karenina) y Ellen (Olenska) el goce continuó más allá de la primera cita.
Besos.

Arcángel Mirón dijo...

Siempre odié a Madame Bovary (no el libro sino el personaje), y Lolita me da pena. Así que me uno a Ella, comparto su deseo y su inquietud. Pero si él vuelve a elegirla, ella cambiará de manera obligada: un libro nunca es el mismo cuando se lo lee por segunda vez.

Luna Carmesi dijo...

Menudo jardin secreto pueden formar segun que palabras...
psssssssshhhh!!!

ANTONIO SERRANO CUETO dijo...

Me ha gustado mucho, Herman. Pero veo muy comedido al protagonista, porque, en vez de hacerlo en la biblioteca, en las mesas o entre los estantes (erotismo sumo), se marcha a casa para hacerlo en su alcoba. La espera de una próxima vez colma este micro tan logrado. Saludos.

membrudo dijo...

Impresonado estoy, amigo Herman. Qué pericia la tuya.

Javier Puche dijo...

Sabias palabras, Mega. Todo libro aguarda pacientemente a su lector ideal. Y cuando al fin lo encuentra y se produce la efímera unión, ya nunca cesará de añorarlo, de anhelar su regreso.

Envidio tu insomnio, díscola Viridis. Ojalá yo también lo padeciera. Pero el sueño me vence implacable todas las noches, interrumpiendo desconsideradamente mi gozoso contubernio con los libros.

Cierto, Gilda. Nadie puede bañarse dos veces en el mismo río. Ni leer dos veces una novela de idéntico modo. Porque el lector no cesa de cambiar (y acaso también la novela, como ingeniosamente señalas).

Me agrada la imagen del jardín secreto. Quizá una luna carmesí podría iluminarlo suavemente.

Supongo, Antonio, que el protagonista es pudoroso y nada propenso al exhibicionismo. Sólo en su alcoba, libre de la mirada ajena, puede entregarse con desenfreno al amor.
Una alegría que te haya gustado mi breve cuento.

Ignoro qué me complace más, amigo Membrudo, si tus elogiosas palabras o esta inesperada visita tuya. Gracias por duplicado.

Carlos Frontera dijo...

Un cuento muy certero. Como un flechazo.
Confieso, no sin cierto asomo de pudor, que alguna vez ha participado de una comuninión como la que describes, que irremiediablemente ha acabado en cópula febril.
En otras ocasiones, sin embargo, la relación ha evolucionado con mesura, y lo que comenzó en un susurro, acaba también en cópula, pero reposada.
Y qué decir de esas veces en que el calentón es inmediato, casi tanto como el posterior enfriamiento.
Y de tantas veces en que el libro me ha provocado una suerte de impotencia.

(Aplaudo la dosificación de información en el relato, a pesar de intuir desde el inicio un desenlace inesperado -quizá porque ya nos tienes acostumbrados a los finales fantásticos, en todos los sentidos-, no he llegado a adivinarlo)

Filoabpuerto dijo...

Bueno, Hoy he atravesado, mediante el blog de Larrey una "Puerta Falsa" y recibido un Flechazo...

Una agradable entrada

Saludos

Merce

Raúl dijo...

El placer de la lectura.
Delicioso.

Javier Puche dijo...

Muy ingeniosa tu categorización libidinal de la lectura, Viajero. Como apasionado lector, reconozco cada una de las situaciones que describes. Quizá debería existir una suerte de Kama Sutra aplicado a los apareamientos entre libros y personas.
Agradezco mucho tus alentadoras palabras.
Un abrazo

Bienvenida, Merce, a mi guarida.
Ojalá regreses.

Gracias, Raúl. Que los dioses nos sigan proporcionando placeres literarios de toda índole.

Raúl dijo...

El adjetivo, lo aplicaba al placer en sí mismo, y a tu texto. Obviamente.
El agradecimiento es mutuo.

Mery dijo...

Francamente, me ha parecido genial. Redondo. Quizás, como Antonio Serrano, espero a ver si la próxima vez el encuentro es tórrido, y él le demuestra su impaciencia colmándola de miradas y caricias allí mismo, sin salir.
O , por qué no, sobre el banco de un parque.

Lo dicho, genial.

Javier Puche dijo...

Abrumado me dejas, Mery.
Coloradito como un cangrejo.
Mil gracias.

malditas musas dijo...

Cuento perfecto (gancho, sorpresa,fondo). He caído en la cuenta de que es hora de dejar de subliminar ciertos objetos... Hay que descosificar personas, tenemos trabajo.


Un beso admirado
;)
musa

La Maga dijo...

Qué texto tan bien escrito y qué divertido. Mi más sincera enhorabuena.

Alfonso White dijo...

La verdad es que yo nunca he leído dos veces un mismo libro, pero bueno, espero que en tu caso sea diferente.
Me ha encantado.
Saludos.

Javier Puche dijo...

Ufano, te hago llegar mi gratitud, querida Musa. Y apoyo tu iniciativa descosificadora. Ardua tarea, me temo.

Hola Maga. Celebro tu cortazariana presencia aquí. Eres muy amable.

Tampoco yo, Alfonso, he leído nunca un mismo libro. Ni siquiera un mismo párrafo.
Me encanta que te encante mi breve divertimento.

María dijo...

Muy bonito, cortito y bien escrito.

Todo en unas cuantas líneas. Ello sólo lo logran los grandes...

Enhorabuena

Laura Escuela dijo...

hola herman, es la primera vez que paso por este blog, y estoy viendo algunas breves historias que me gustaría llevarme para contarlas alguna vez. Diría que son tuyas, cuando lo sean, claro, así que me gustaría saber tu nombre y tu ciudad, si puede ser, y por supuesto si me das permiso para contarlas. Soy cuentacuentos a ratos, y hay muchas historias, como ésta, que me encantan para adultos.
Ya me dices, vale? Por si no quisieras contestar aquí, mi mail es lauritanuya@hotmail.com
Gracias de antemano