jueves, 1 de mayo de 2008

Las líneas de la mano



De una carta tirada sobre la mesa sale una línea que corre por la plancha de pino y baja por una pata. Basta mirar bien para descubrir que la línea continúa por el piso del parqué, remonta el muro, entra en una lámina que reproduce un cuadro de Boucher, dibuja la espalda de una mujer reclinada en un diván, y por fin escapa de la habitación por el techo y desciende en la cadena del pararrayos hasta la calle. Ahí es difícil seguirla a causa del tránsito pero con atención se la verá subir por la rueda del autobús estacionado en la esquina y que lleva al puerto. Allí baja por la media de nilón cristal de la pasajera más rubia, entre el territorio hostil de las aduanas, rampa y repta y zigzaguea hasta el muelle mayor, y allí (pero es difícil verla, sólo las ratas la siguen para trepar a bordo) sube al barco de turbinas sonoras, corre por las planchas de la cubierta de primera clase, salva con dificultad la escotilla mayor, y en una cabina donde un hombre triste bebe coñac y escucha la sirena de partida, remonta por la costura del pantalón, por el chaleco de punto, se desliza hasta el codo, y con un último esfuerzo se guarece en la palma de la mano derecha, que en ese instante empieza a cerrarse sobre la culata de una pistola.

Julio Cortázar (Historias de cronopios y de famas)

8 comentarios:

Arcángel Mirón dijo...

Me recordó, inevitable, a cuando José Arcadio Buendía (hijo) se pega un tiro (o se lo pegan) y el reguero de pólvora llega hasta Úrsula Iguarán.

Anónimo dijo...

Curioso, en el mismo momento en el que tú escribías esto, yo le contaba a alguien cómo el Cronopio piensa que a la Tortuga le gustaría volar, así que dibuja en su caparazón una mariposa.

Elena dijo...

Cortázar es simplemente un genio. Lo poco que he leído de él me ha encantado. Tengo pendiente Rayuela, obra que sé que no me debo perder. Gracias por rescatar la historia de esta línea intrépida.

Javier Puche dijo...

Si no me engaño, Cortázar publicó "Historias de cronopios y de famas" en 1962, cinco años antes de que "Cien años de soledad" viese la luz. Tal vez García Márquez se inspirase inconscientemente en Cortázar para elaborar la escena que mencionas, Gilda. Así, podemos hablar de una tercera línea imaginaria: la que secretamente une estas dos obras memorables.

Muy hermoso lo del cronopio y la tortuga, amigo anónimo. Me haces dudar, ¿no era una golondrina lo que dibujaba en el caparazón?

Conviene leer "Rayuela", aunque yo he preferido siempre los cuentos de Cortázar. Gracias a ti, Elena, por la visita.

Anónimo dijo...

o_0

Magda Díaz Morales dijo...

De lo escrito por Cortázar, Historias de cronopios y de famas es de los libros que más me gustan. El texto que nos compartes me gusta, la imagen del hombre triste bebe coñac, se introduce dentro de uno.

Hay otro texto que me fascina, se refiere a cuando los cronopios van de viaje, seguro lo conoces, es bellisimo.

Javier Puche dijo...

Coincido contigo, Magda, en la predilección hacia este libro.
Y el texto que mencionas, titulado "Viajes", sin duda posee cualidades mágicas.
Gracias por visitar mi habitáculo

malditas musas dijo...

El maestro, qué mala alumna soy, por Dios! :) Lo que daría por ser uno de sus cronopios sin reloj. A cambio de ello, soy apenas la continuidad de unos parques plantados por otros...

Beso reflexivo
musa