martes, 29 de abril de 2008

Envidia



Cuando desperté, Monterroso aún no había nacido.

5 comentarios:

Galder Reguera dijo...

Cuando yo salí del sueño no había nadie. No estaba Calvino, ni Kundera, ni Villoro, ni Bashevis Singer, ni Kapuscinski, ni Camus, ni Cioran, ni Levi, ni Blaise Cendrars, ni tantos otros. Tampoco estabas tú, Herman. Me alegré de poder escribir sus libros y tus microcuentos. Claro, que al punto comprendí que tampoco nadie me leería.

Javier Puche dijo...

Gracias por tu afectuoso comentario, Galder. Por lo que veo, compartimos varios ídolos (Calvino, Cioran y Kundera, sobre todo). Sin ir más lejos, ahora mismo estoy leyendo "La identidad", de Kundera, con gran deleite. Me encanta su querencia por la especulación filosófica.
Un abrazo.

Carlos Frontera dijo...

Amargo despertar, Herman. Un mundo sin Monterroso deja mucho (más) que desear.
Me pregunto que habría sido de mí sin Cortázar, sin Onetti, Bolaño, Mrozek, Girondo...
(como ves, mis influencias son más latinas que las vuestras, aunque no oculto mi admiración por Calvino, Musil, Camus...)
Un abrazo.

Anónimo dijo...

Magnífico texto. Todo un alarde expresivo. Su profundidad semántica resulta abrumadora.

Laura Escuela dijo...

jejeje, me viene en un momento interesante esta frase tuya. Últimamente me ha dado por buscar (o me han acabado encontrando a mí)las diferentes versiones que se han ido haciendo con los años del tan consabido dinosaurio monterrosil. El otro día leía la de "cuando enmendó, la errata todavía estaba allí", o la de "cuando augusto monterroso despertó, gregorio samsa, que también estaba en la cocina le dijo: Tienes mala cara", o la de "cuando el dinosaurio despertó, los dioses todavía estaban allí, acabando el mundo a la carrera". jejeje.
Un saludo!!