martes, 25 de marzo de 2008

Cuento gélido


La tarde era azul en Groenlandia. El esquimal abandonó su iglú con el cadáver de una mujer entre los brazos. Mientras avanzaba lentamente, abrumado por el peso, la tenue lluvia se iba mezclando con sus lágrimas. Diez kilómetros de blanca inmensidad le separaban del hombre más cercano. Transcurrido un instante, el esquimal se derrumbó en el suelo y la tarde se fue volviendo gris. Ya de noche, el aullido de un lobo (lejano, pero a la vez afilado e íntimo como la hoja de un cuchillo que atravesara su cuerpo) le hizo recobrar la conciencia. Pronto descubrió que aquella intolerable rigidez ni siquiera le permitía alcanzar la mano del otro cadáver, tan cercana a la suya.

25 comentarios:

Unknown dijo...

El mundo ha muerto.

malditas musas dijo...

Me quedé helada.

:)
El hielo contagia de estalactitas la sangre.

besos
musa

Arcángel Mirón dijo...

La verdad, me dejó helada a mí también.

Olga Cánovas Galindo dijo...

Gélida es la muerte cuando uno se encuentra solo ante ella.
Besos Hermán

Nat dijo...

Al leerte me ha vendio a la mente la imagen de la película de "El paciente inglés" en que el conde Almassi la saca a ella ya muerta de la gruta de los Nadadores y llorando va con ella entre sus brazos...Pocas cosas pueden mitigar tanto dolor...quizás sólo la muerte....
Muy triste..
Un beso

Anónimo dijo...

Sabores Lauri:

Fresa
Chocolate
Crema tostada
Tutti fruti
Mantecado
Leche merengada

GALLETO

Castigadora dijo...

Creo que he sentido mucho frío leyéndote. Y te aseguro que hoy aqui hace más de 22 grados. Me transportaste a la inmensidad del hielo, a su rigidez. Me dolió que no hubiera proximidad estando tan próximos

Un saludo

Carlos Frontera dijo...

Un relato que provoca un escalofrío, no se sabe si por el frío o por la tristeza que desprende.

(Hemos coincidido en relatos mortuorios. Cosas del azar).

Enrique Páez dijo...

Y yo coincido contigo en el frío. Será que la primavera tarda. El azar el sospechoso.

Hank dijo...

Hablando de frío, y para que veas, Vieja, que el mundo aún respira, transcribo un fragmento que he leído esta mañana:

...vivir en Cape Town, con esas puestas de sol sobre el Atlántico, con ese aire de cristal que viene de la Antártida sin chocar con nada, y se nota.

¿No es vivificante -con perdón del cuento gélido-?

Un abrazo, Herman. Vais de la mano el Viajero y tú.

Javier Puche dijo...

Es posible, Vieja, aunque yo le tomaría el pulso por si acaso. A veces se hace el muerto.

Os mando un cálido abrazo, Musa y Gilda, para compensaros por el insolente frío.

Gracias por seguir visitándome, Espectadora. Cuánta razón tienes. Mejor no pensarlo.

Pues no he visto "El paciente inglés", Nat. ¿Me la recomiendas?

La heladería Laury es el mejor lugar posible para congelar deleitosamente nuestros gaznates tras un copioso almuerzo compuesto por pescado frito e ingerido sin prisa frente al mar. Dime Galleto: ¿Te paga Laury comisión por hacerle publicidad? En caso negativo, deberías imprimir esta página. Quizá al verla te regalen un cucurucho de mentecato.

El texto es un compungido homenaje al invierno, que ya no existe. Lamento, Castigadora, que hayas pasado algo de frío. Te lanzo una manta. Aunque también puedes abrigarte con la primavera.

Curiosa la coincidencia fúnebre, Viajero. El azar es imprevisible. Gracias por dejar aquí tu rastro.

Un abrazo, Enrique. Pronto volverá el calor. Siempre lo hace.

Javier Puche dijo...

Tonificante fragmento, Hank. ¿Sabes quién lo ha escrito?

Elena dijo...

Qué relato tan triste y tan evocador. He sentido la soledad y el frío de ese esquimal como si estuviese a su lado. Un gustazo leerte, Herman.

Un saludo

Anónimo dijo...

Herman, puedes conocer a Elena, la autora del fragmento, aquí

Recaredo Veredas dijo...

Magnífico. De verdad. No es frecuente leer en la web microrrelatos tan precisos.

hombredebarro dijo...

Hola, Herman, me asomaré por aquí de vez en cuando.

Javier Puche dijo...

Me agrada que el cuento haya alterado tu temperatura emocional y física, Elena. Siempre es una alegría tu visita.

Gracias, Recaredo. La precisión, como bien apuntas, es una virtud escasa. Yo la persigo sin cesar. A menudo vanamente.

Bienvenido seas, Hombre de barro. Esta es tu casa. Tu falsa casa.

Unknown dijo...

Herman:
Ya basta.

Javier Puche dijo...

¿Ya has vuelto a mezclar pastillas de la tos con vodka, querida Vieja?

Unknown dijo...

Sabes que no tomo pastillas, Herman, nunca, sólo brebajes.
El vodka va bien. No recuerdo para qué.
¿Qué haces?
Mñnnné.

Anónimo dijo...

Estupenda la dosificación del tiempo, Herman. Un microrrelato minimalista y perfecto (además de precioso): no falta ni sobra nada, ni siquiera una coma. Todo es necesario porque cada palabra significa. Y qué eco nos deja...

M. dijo...

Hola

Me ha gustado mucho.

Voy a seguir leyéndote.

:-)

Eli dijo...

He llegado hasta aqui porque algo guio mis pasos.No creo en las casualidades. Al leerte senti frio, mucho frio y una inmensa tristeza.
La misma que siento a veces cuando llego a casa después del trabajo.

Luna Carmesi dijo...

Si la saliva se congela es mala señal... Si ya no puede llorar, puede que te vengan a buscar.

Miriam Márquez dijo...

Antes se me ha olvidado decirte, Herman, que este es mi favorito. Tienes que escribirlo en un papel, enrollarlo en un canutillo y hacérselo llegar a la NASA sin gran dilación. Creo que están preparando una nueva Voyager. Los habitantes de los planetas recién descubiertos nos tendrían quizás un poco más de respeto.