Tan sólo un leve corte en las muñecas, longitudinal a ser
posible, mientras se baña con placidez. O una deliciosa infusión de narcóticos
a media tarde, cuando el sol declina. Aunque quizá prefiera irse con un
enérgico y memorable salto desde el viaducto. Cualquiera de estas modalidades
servirá. Del resto nos encargamos nosotros. Ya hemos preparado su vitrina en el
museo. También el disfraz de astronauta que eligió (un excelente atuendo para
surcar el porvenir, permítanos decirle). Y lo más importante: su panegírico,
meticulosamente redactado por nuestros mejores guionistas. Al fin alcanzará la
gloria que merece, señor López. Ahora sólo tiene que firmar aquí.
2 comentarios:
Sic transit gloria mundi :))
Es muy bueno lo de surcar el porvenir.
Besos
¡Qué bueno, Javier! Me parece brillante la normalización de lo extraordinario, llegando a la propia deshumanización.
Un saludo,
Publicar un comentario