jueves, 30 de diciembre de 2010

El inmóvil

Amó con pasión desmedida a una estatua. Fue un juego de caricias y deseos. Para hacerse igual a ella, permanecía silencioso y quieto, esperando de este modo entenderse mejor con aquella figura apasionante. Si al menos -pensaba- las palomas retuvieran el vuelo sobre mi cabeza, o la yedra se enredara a mis pies, o un loco estudiante dibujara grafitos demagógicos en mi espalda, o un niño brutal me destrozase de un pelotazo la nariz, sabría que estoy en el buen camino de ser estatua, de ser correspondido.

Rafael Pérez Estrada (Del libro El ladrón de atardeceres)

11 comentarios:

Raúl dijo...

Eso es entrega, javier.
Un abrazo y feliz año.

chanománino dijo...

Selecto

Jesus Esnaola dijo...

Hermoso, pero mucho. gracias por colgarlo.

Abrazos.

400 dijo...

Pues a mí este relato me gusta menos que otros (relatos).

Jesus Esnaola dijo...

Y feliz año, Herman, yo prefiero Herman probablemente porque me trae a la cabeza a Herman Monster y, ya sabes, la cabra tira al monte.

Un abrazo muy grande.

BB dijo...

A mí me ha encantado esa forma de buscar identidad...
Feliz año, Javier.
Un beso

Miguel Baquero dijo...

Un amor demasiado platónico

Anónimo dijo...

Ser el otro
ser correspondido
A mí me parece bellísimo.
Besos

Marcos Callau dijo...

Muy bueno, Javier. Me ha encantado a ese aspirante a estatua por amor. Desconocía este texto. Gracias por dárnoslo a conocer.

Elena Casero dijo...

Un buen relato que desconocía. Me gustó mucho.

Feliz año, Javier

Manu Espada dijo...

Bello texto. Feliz añejo, herman.