Aplastado por el tedio, se arrojó a la calle en pos de aventuras. Pero la calle no le ofreció nada, salvo una tristeza invencible. Regresó a casa e intentó dormir. No pudo. Tampoco pudo encender la televisión (estaba rota). Como no tenía amigos, su situación era desesperada. Decidió matarse con somníferos. Tomó cien de golpe. Pero no murió. Aplastado por el tedio, se arrojó a la calle en pos de aventuras. Pero la calle no le ofreció nada, salvo una tristeza invencible. Regresó a casa e intentó dormir. No pudo. Tampoco pudo encender la televisión (estaba rota). Como no tenía amigos, su situación era desesperada. Decidió matarse con somníferos. Tomó cien de golpe. Pero no murió. Aplastado por el tedio, se arrojó a la calle en pos de aventuras. Pero la calle no le ofreció nada, salvo una tristeza invencible. Regresó a casa e intentó dormir. No pudo. Tampoco pudo encender la televisión (estaba rota). Como no tenía amigos, su situación era desesperada. Decidió matarse con somníferos. Tomó cien de golpe. Pero no murió.
Imagen: Zombi, de Victoria Maderna
21 comentarios:
Un zombi muy atareado. Un verdadero valiente.
Habría que atarlo.
Sra Pitoide
ajjaajja, qué estrés!
Kuss
Y al tercer día tampoco resucitó; lo cual no sé si es bueno o malo. :-)
Un fuerte abrazo para ti
Jejejeje... ¡pobre suicida maldito!. No hay nada más triste que intentar matarse y no morir. Un saludo.
El muy cabezón..., erre que erre...
:)
Por el amor de Dios, sácalo de ahí!
Mátalo o algo.
Eres un narrador cruel;-)
Pobre zombi, pobre!
Un bucle eterno, un bucle eterno.
es extraño, cada vez que lo releo albergo la pequeña esperanza de que cambie algo al final...seguiré insistiendo por si acaso...puede que algún día decida doblar la dosis de somníferos...
Es muy bueno
Sra. Pitoide, usted lo ha dicho: un valiente. Alguien que no se rinde jamás. Aunque todo tiene un límite. Incluso la valentía.
Mita, este zombi necesita un psicólogo de ultratumba urgentemente.
Gemma, esta bestezuela no resucitará en la vida. Tampoco en la muerte. Otro abrazo para ti.
Marcos, si yo fuera ese zombi haría lo posible por arreglar la tele y entregarme a ella.
Sinuosa, y no sólo es cabezón metafóricamente.
Olga, no puedo matarlo, ya está muerto. Es lo malo de los zombis. Que no mueren ni a tiros.
Luisa, quizá no merezca tu piedad este bicho. Dicen que en vida fue inspector de hacienda.
Manu, un bucle eterno, un bucle eterno, un bucle eterno.
Anónimo, nada cambiará por mucho que releas el texto. No hay salida. Gracias por tu amabilidad.
A mí me pasó como al anónimo anterior, con ese efecto hipnótico del texto, lo leía esperando un sutilísimo cambio pero claro qué esperaba los zombies son muy cabezotas y me recuerdan a algunos humanso por muy vivos que estén, mmmmm....
Un abrazo
Y suerte que la tele estaba rota...
Un abrazo para ti, Javier, y otro para Herman.
Excelente mecámica. Eso de estaba rota, además de su punto humorístico, con eso de la repetición, de estar entre parentesis y de ser una aclaración bastante chorra en el fondo, acentúa la sensación claustrofóbica. Me ha parecido un recurso formidable.
Me recordó a ese burro atado a una noria, dando vueltas y vueltas, sin llegar a ninguna parte... dando vueltas y vueltas, sin llegar a ninguna parte, dando vueltas y vueltas...
Si, casi igual a tu pobre Zombi, suicida frustrado.
Genial
Besos
BB
¿Zombi o Sísifo?
Pobre criatura! Su vida es su muerte.
Muy bueno.
Saludoss
Eso es un inferno eterno.
Mareante y bueno.
Felices días
Conozco a muchos zombies como el que describes. Tienen nombres y apellidos. Se pasean cerca de nuestra casa. Les abrimos la puerta del ascensor. A veces se miran en el mismo espejo que nosotros. Incluso usan el mismo cepillo de dientes... hummm... ¿qué le pasa a la tele?
Un abrazo, Javier. Como sempre, magnífico.
Muy divertido el duermevela del zombi.
En realidad está siempre ocupado, en pocas cosas, es cierto, pero ocupado y entretenido sí que parece...
Un saludo
Buenísimo. Asi estamos muchos. Erre que erre intentandolo. Pero aquí seguimos. Seguiré tu blog.
El relato premiado, perfecto.
Desde Granada Maribel.
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