domingo, 22 de marzo de 2015

Ante La Ley

La tuberculosis canceló la existencia terrenal de Franz Kafka en 1924. Pero nadie sabe  que al morir ingresó en un extraño limbo lleno de columnas. Con asfixiante pena, el escritor anduvo indefinidamente por aquel laberinto de mármol, hasta encontrar (muy al fondo) una puerta ínfima y un guardián enorme. El guardián deslizaba tediosamente en sus fauces los gajos de una mandarina. No tenía ojos. Kafka le interpeló.
-¿Quién eres?
-Soy el guardián de esta puerta, por donde nunca entrarás, salvo que me expliques satisfactoriamente qué diablos significa tu relato Ante La Ley. Las altas esferas sospechan que encierra una crítica al sistema judicial. Lo cual sería intolerable.
-¿Y si me niego a hacerlo? -repuso Kafka con desdén.
-En tal caso, tu condena será infinita. Nunca tendrás acceso al siguiente guardián, que carece de oídos.
Ambos callaron. Desde entonces, Kafka yace en el suelo e intenta dormir.

2 comentarios:

Cristina dijo...

Genial, Javier. Kafka también aplaudiría ;)
Besos.

Javier Puche dijo...

Gracias, Cristina. No sé yo si Kafka aplaudiría, pero me alegra que lo pienses. Besos.