jueves, 24 de octubre de 2013

Hablaba y hablaba

Hablaba, y hablaba, y hablaba, y hablaba, y hablaba, y hablaba, y hablaba. Y venga hablar. Yo soy una mujer de mi casa. Pero aquella criada gorda no hacía más que hablar, y hablar, y hablar. Estuviera yo donde estuviera, venía y empezaba a hablar. Hablaba de todo y de cualquier cosa, lo mismo le daba. ¿Despedirla por eso? Hubiera tenido que pagarle sus tres meses. Además hubiese sido muy capaz de echarme mal de ojo. Hasta en el baño: que si esto, que si aquello, que si lo de más allá. Le metí la toalla en la boca para que se callara. No murió de eso, sino de no hablar: se le reventaron las palabras por dentro.

Max Aub (Crímenes ejemplares)
  

4 comentarios:

Anónimo dijo...

ser una criada gorda. gracias.

Marcos Callau dijo...

Morir ahogado en palabras debe ser muy agónico.

Maria Coca dijo...

Fabuloso!!!!

Castigadora dijo...

Me encantó.
Morir por no poder hablar. Las palabras eran su razón de vida.
Fascinante idea.

Me alegra volver a leerte