domingo, 4 de octubre de 2009

Advocatus diaboli

Quiso la Providencia que Hilario Pastrana, abogado en declive, no se encontrara aquella tarde en su despacho (era una tarde ígnea, el sol incendiaba el cielo y hacía estallar los termómetros), sino chapoteando en la piscina municipal con un flotador del Pato Donald ceñido a su indescriptible abdomen. Porque si Hilario Pastrana, leguleyo decadente, docta alimaña sin porvenir, hubiese ocupado el sillón de su despacho aquella tarde (y recordemos que era una tarde flamígera, inequívocamente infernal), sin duda habría cogido el teléfono tras oírlo sonar con implacable obstinación bajo la montaña de expedientes criminales que envilecían su mesa. Y nada en el mundo (pero nada, ni siquiera los fogosos ladridos de su cachorro Klaus) habría logrado impedir que Hilario Pastrana, mezquino picapleitos, aceptara sin vacilar como cliente al dueño de aquella voz seductora, un tal Mefistófeles, acusado de múltiples fechorías.

18 comentarios:

Anónimo dijo...

mi amado barquito...

Raúl dijo...

No hay mal cliente, sino minuta adecuada.

Hank dijo...

Qué bueno, qué magnífico personaje te has sacado de la manga. Qué bien lo has retratado con sólo un par de frases: tan contundente y bien dibujado como una caricatura.

Un micro para aprender, sí señor.

Miguel Baquero dijo...

Creo notar, difusamente, así en la distancia, cierto resquemor hacia el gremio de los abogados... que no sé si compartir. Bueno, sí, lo comparto.

Araceli Esteves dijo...

Si señor, hay que escribir más relatos sobre abogados en declive.Muy bueno el tema y el desarrollo.

Carlos Frontera dijo...

Excelente micro. Al leerlo me vino a la cabeza Ángel Olgoso, un escritor al que admiro por el empleo que hace del lenguaje; en sus cuentos, cada palabra parece escogida a conciencia y con acierto, nada sobra ni falta. Con este micro que ha pasado algo así: todo un muestrario de cómo manejarse con las palabras. Me encantó cómo está escrito.

Javier Puche dijo...

Raúl, siempre me hizo gracia la palabra "minuta". Gracias por deslizarla aquí.

Hank, cuánto me alegra lo que dices. En efecto, se trata de una caricatura verbal. Algo meramente lúdico.

Miguel, nada tengo contra los leguleyos. Me parecen un gremio vagamente respetable, como cualquier otro.

Javier Puche dijo...

Araceli, pues escribamos sin cesar esos relatos en declive.

Viajero, siempre tan amable. Ya quisiera yo parecerme, siquiera remotamente, al gran Olgoso. Tengo mucho que aprender de su escritura afilada. Un abrazo

Castigadora dijo...

Que penosa visión de mi profesión verdad? A veces da pena otras es que es una gran verdad.
Lo que dijo Raul es conocido en esto, pero aun hay algunos que tienen unos pequeños límites, aunque con los años se van difuminando!

Un gran retrato
Saludos

Maria Coca dijo...

Pues menos mal que el ilustrado picapleitos estaba chapoteando en ese momento. No llega a ser así y estaría quemándose eternamente.

Muy bueno.

Un abrazo.

Manu Espada dijo...

Jeje, el abogado del diablo, me ha gustado mucho cómo lo has escrito, desde el vocabulario a los giros lingüísticos.

Filoabpuerto dijo...

¿Tú crees que quiso la Providenciaque no ocurriera?

A mí me da que las dotes seductoras de ese tal Mefistófeles están muy por encima de esa "predictora dama"

Saludos

Merce

BB dijo...

Don Mefisto sabe a quien recurrir,
cuando necesita quien le sirva...
Besos
BB

Gemma dijo...

Pero Mefistófeles es tan astuto que acabará por encontrarse con el picapleitos de tu relato. Están hechos tal para cual; al tiempo si no.

Acuática dijo...

Jajaja. Muy bueno :)

Celsa Muñiz dijo...

Que bueno... Merece premio. ¿o no?
Pues eso.
;)

Xocas dijo...

Ya puestos, casi mejor que te encuentre este y no el del otro lado. Digo yo...
¿Te imaginas a un picapleitos (perdón por la licencia) hablando con Dios? La eternidad debe ser eso. ;))
(Nadie pregunte para qué necesita Dios a un picapleitos, que la liamos).

Buenas letras.

un pobre barquito dijo...

...te...