jueves, 12 de febrero de 2009

Justicia poética

Diciembre. La nieve cubre las calles con lentitud minuciosa. Es casi de noche. Ya comienzan a encenderse alternativamente las ventanas. Tras una de ellas, el ínclito magistrado Goldberg lee la Constitución junto a la chimenea. A sus pies, calzados con dos ridículas pantuflas, dormita un dóberman. De súbito el can se incorpora y rompe a ladrar con insólita furia hacia la pared, sacando abruptamente al magistrado de su docto embeleso. Pero en la pared no hay nada, salvo inofensivas pinturas neoclásicas. El perro, no obstante, sigue ladrando con creciente intensidad, ahora hacia el techo. Por prevención, el magistrado –que es un hombre cobarde– saca del armario su arcabuz y empieza a cargarlo tembloroso. Pobre diablo. Ignora que nada podrá hacer contra mí, su enemigo intangible, pues soy el narrador de esta historia. Es hora de que pague por su ancestral negligencia como juez. Empezaré apagándole repentinamente el fuego de la chimenea.

21 comentarios:

NuNú dijo...

¡Qué bueno, señor narrador! Me ha encantado, pero por favor, si le puedo pedir, no le dé un susto excesivamente grande a Goldberg, tampoco excesivamente pequeño, es que si no creo que se nos queda por el camino...

ANTONIO SERRANO CUETO dijo...

El ambiente de casa encantada está muy logrado en tan pocas líneas. Y la imagen de ese autor que habita en paredes y techo es estupenda. Enhorabuena.

Anónimo dijo...

Constitución,
Magistrado,
Nieve,
Prevención,
Pintura

No más de 150 palabras....
:)

Que sepas, que, aunque rival, fuiste uno de mis favoritos.
Muy bueno.

Arcángel Mirón dijo...

Anoche, mi perro le ladraba a la computadora. Yo pensé que era una de sus tantas locuras (como cuando le ladra al sol, por ejemplo).

Ahora me dejás inquieta.

Araceli Esteves dijo...

Qué placer poder vengarse de un personaje de un cuento propio con la maestría que lo haces tú. Un abrazo

hombredebarro dijo...

me ha gustado mucho

Carlos Frontera dijo...

Así que, lo que creemos fantasmas y hechos paranormales, no son más que "travesuras" del narrador; reconforta, por un lado, y provoca escalofríos, por otro (por sabernos en manos de la torpeza de los narradores de turno).
Muy bueno el micro, Herman.
Aplaudo el empleo de los adjetivos; aunque abundantes, no parece que ninguno se gratuito.

Hank dijo...

EL ALTER EGO DE HERMAN (EL GRAN NARRADOR) JUGANDO A SER DIOS...

EXCELENTE DESENLACE.

Javier Puche dijo...

Te prometo, Nunú, que no me ensañaré con el Sr. Goldberg. Con un par de travesuras bastará para meterle miedo en el cuerpo. Gracias por tu amable comentario y bienvenida a mi morada virtual.

Celebro, Antonio, que te haya gustado. Me divertía mucho la idea de que el perro detectara al narrador y se pusiera a ladrar.

Ignoraba, Sinuosa, que fuéramos amistosos rivales en el concurso. Me agrada la coincidencia. Y también que apruebes mi texto.

Los perros son muy perceptivos, Gilda. No te extrañe que el tuyo haya detectado al fantasma que habita en tu computadora.

A menudo, amiga Pasado, la única justicia posible es la justicia poética. En ocasiones (si no siempre) escribimos para ajustar cuentas. Un abrazo.

Y a mí me gusta mucho que te guste, Hombre de barro.

Pues sí, Viajero, a saber en manos de qué ebrios narradores estamos sin saberlo. Gracias por tu comentario sobre la adjetivación. Uno siempre procura andar con cautela (tiendo a la profusión de adjetivos y hago por controlarme).

Amable Hank, es el álter ego de mi álter ego quien juega a ser dios. Pero un dios con minúscula, travieso e inofensivo.

Gemma dijo...

Jaja, buenísima ilustración (me refiero al micro) de un título, por lo demás, muy justo.

Enlazando con la novela de terror de Neuman, se me ocurre que a lo mejor al narrador-personaje lo afeitó su yo narrador, jeje.

Un beso

Txell Sales dijo...

Es brutal ese narrador omnisciente y poético porque "poesía eres tu" y el narrador desde la primera persona del singular, nos habla directamente, habla cara a cara con el lector, lo tiene en cuenta.

Raúl dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Raúl dijo...

Me estaba saliendo una tontería de comentario, ridículamente serio. Así que mejor ser breve: lo mejor, el desenlace.

Javier Puche dijo...

Muy aguda, Mega. Quizá fuese el narrador, en efecto, quien afeitara al personaje inventado por Neuman. No se me había ocurrido.

Gracias, Txell. Pienso que un narrador debe ser siempre considerado con los lectores, aunque no lo sea en absoluto con los personajes.

Me pregunto qué comentario "ridículamente serio" pensabas hacer, Raúl. Me dejas con la curiosidad. Seguro que me hubiese interesado.

Anónimo dijo...

minuciosa lentitud...
ínclito magistrado...
ridículas pantuflas...
insólita furia...
docto embeleso...
inofensivas pinturas...
creciente intensidad...
enemigo intangible...
ancestral negligencia...

¡¡¡Joder cuánto adjetivo!!!

Javier Puche dijo...

Todos tenemos nuestras particulares aversiones: a ti no te agradan los adjetivos y a mí no me agradan los anónimos. Qué le vamos a hacer.

Raúl dijo...

Gracias por tu comentario, Herman.
Pues el que yo te estaba escribiendo, iba a hblar del autor creador; de la impotente rebelión de los personajes; de "Niebla"; de un montón de cosillas que ya he repetido alguna que otra vez, con ocasión de algún otro texto de la misma temática, leído en otros blogs. Pero me estaba quedando aburridisimo, y algo espeso. Así que he optado por ser conciso y subrayar lo que más me ha gustado de tu micro.
Gracias de nuevo.

Pd.- ¿A vueltas con los adjetivos? A mí en una entrada, me frieron a comentarios por su supuesto desmedido uso, cuando lo que realmente importa en un puzle, no son las piezas, sino el encaje final de las mismas. Hay gente con unas fijaciones, que... Sonrío.

Elena dijo...

Me encantan las historias en las que narrador y personajes interactúan. En este caso parece que el narrador está más que enojado con el juez...Y está claro quién lleva las de perder.¡Pobrecito Goldberg!

Saludos

Javier Puche dijo...

Totalmente de acuerdo, Raúl. No importan las piezas sino el puzzle completo. Y no alcanzo a comprender esa animadversión que muchos le profesan a los adjetivos. Salvo que estén empleados con ineptitud, claro. Pero en tal caso también habría que censurar los sustantivos y los verbos y las preposiciones, ya puestos.

No te preocupes por Goldberg, Elena. Te garantizo que se merece un pequeño susto. Es un auténtico canalla. Gracias por venir.

Anónimo dijo...

Tú, sigue con tus adjetivos, que
bien empleados suenan a gloria.
"La venganza es mía". No te
suena?

Castigadora dijo...

Siempre que paso por aquí consigues sorprenderme con tus relatos.
Buen trabajo narrador. Espero que el susto sea merecido, que seguro que sí, ultimamente casi todos se lo merecen

Saludos