sábado, 10 de enero de 2009

Diario ínfimo (II)

El escritor se sienta y escribe. Pero lo que finalmente escribe es siempre una sombra de lo que pretendía escribir. Por su parte, el lector se sienta y lee. Pero lo que finalmente interpreta o metaboliza es siempre una sombra de lo que el autor escribió. En cuanto a lo que el lector finalmente recuerda tiempo después, es siempre una sombra de lo leído. Una sombra de una sombra de una sombra.

17 comentarios:

Filoabpuerto dijo...

Así es, Herman, pero..... en todo ese transcurso, cada cual perfila contornos

Un abrazo y fértil año !

Merce

Gemma dijo...

Pero luego, efectivamente, en cada lector recaerá la tarea de recomponer, atendiendo a su experiencia, lcturas y entendimiento, esos huecos o sentidos apuntados pese a todo por el texto...

¡Cuánta luz, de pronto, en tu página!

Castigadora dijo...

Es muy muy cierto.
Pero lo bello de escribir, es no saber realmente lo que la historia te irá pidiendo en cada tramo.
Y lo bello de leer, es que de las mismas frases cada uno pueda extraer algo diferente. Por eso soy una enamorada de la lectura y de las letras

Besos

Larrey dijo...

Bueno, se puede dar el caso de que la sombra de lo escrito sea mayor que la imagen real de lo proyectado y que el lector encuentre recodos que el escritor ni soño ni tan siquiera encontró en su propia y magnificada sombra.

Paula dijo...

Eso podría querer decir que nunca lograremos comprendernos unos a otros completamente pero que, aún así, gracias al lenguaje (y, en este caso, a la literatura) nos entendemos. Parece que se abre un vacío a nuestros pies, qué vértigo.

Carlos Frontera dijo...

Pero qué grato cuando la silueta de la sombra encaja con la forma de la idea que concibió el escritor (aunque le venga demasiado estrecha u holgada, no está uno en disposición de exigir un traje a medida). Y qué decir cuando la sombra de la sombra de la sombra se estira más allá de la página que el lector ha leído.
Ocurre en contadas ocasiones, pero qué grato entonces.

Anónimo dijo...

¿Así que era la sombra?
Mañana mismo dejo de escribir al mediodía.
;)
Enhorabuena. Estás muy lúcido.

Arcángel Mirón dijo...

Yo, por lo general, empiezo un texto y me voy por las ramas. Quiero decir: no es que me diluyo sino que me ramifico. Empecé con una idea y terminé con otra. Y eso nunca deja de maravillarme.

Anónimo dijo...

Si sólo escribimos la sombra de
lo que pretendemos escribir,
el lector percibirá sólo una sombra
de esa sombra y por consiguiente,
casi ni sombra quedará para recordar
BB

Javier Puche dijo...

Cierto, Merce. Uno finalmente se limita a perfilar contornos, como un colegial. Otro abrazo.

¿Demasiada luz, Mega? Reconozco que ni la luminosidad ni la blancura me han convencido nunca del todo. De ahí, supongo, mi predilección por la noche, la suave noche. No entiendo por tanto qué ha venido a hacer aquí toda esta luz insolente y despiadada.

Coincido contigo, Castigadora: llegar con la escritura a lugares recónditos constituye casi siempre un placer enorme. Un saludo.

Pudiera ser, Larrey. Los senderos de la ficción son inescrutables.

En efecto, Paula. Nadie dijo que comunicarse fuera fácil. Y la literatura no constituye una excepción. Un abismo se abre a nuestros pies.

"No está uno en disposición de exigir un traje a medida". Nada más cierto, Viajero. Ni de pedir un libro de reclamaciones cuando el traje no se ajusta exactamente a nuestra hechura. Supongo que debemos conformarnos con que nos proteja un poco del frío.

No te equivoques, Sinuosa. Es el blog quien está lúcido. No yo.

Celebro que te ramifiques, Gilda. Aunque corres el peligro de convertirte en árbol, como Dafne. Ten cautela.

Por ahí van los tiros, BB.

hombredebarro dijo...

No hay otro camino que ése, machotes.

Raúl dijo...

Viene a ser algo así, como el juego del teléfono roto. Ya veo.

Tuti dijo...

coño! qué bueno ( y cuánta razón tienes)

Javier Puche dijo...

No hay otro camino, hombre de barro. Hay que joderse.

Exacto, Raúl. Como el teléfono roto. Progresivamente ininteligible hasta alcanzar la oscuridad completa.

Preferiría no tener razón, Tuti. Gracias no obstante.

Olga Bernad dijo...

Pero en algunos textos, el autor ha dejado una esencia tan delicada y potente, tan perfectamente destilada, que atraviesa sus propias sombras y las del lector. Sobrevive incluso a las interpretaciones y a los filólogos. Y al tiempo.
Para mí, eso diferencia a un grande de todos los demás, que sólo ejercemos el derecho legítimo de intentar expresarnos.
Muy interesante entrada.
Un saludo.

Elena dijo...

Es verdad lo que dices, pero son sombras que nos marcan, a veces de manera definitiva. Porque cada sombra es distinta de las de las otras personas. Cada sombra es única, aunque no sea tal como el autor la imaginó.

Anónimo dijo...

Y las sombras, sombras son, pero para eso se necesita una luz, la del que escribe.