martes, 11 de marzo de 2008

Los caramelos



En mitad de la mesa, hacinados en un cóncavo recipiente, duermen los caramelos. Su sueño es dulce y sin ronquidos. La mano que elegirá a uno de ellos todavía está lejos, ni siquiera ha entrado en la habitación, ni siquiera ha pulsado el timbre de la casa. Cuando esto suceda, cuando la mano salga al fin del recóndito bolsillo, pulse el timbre, entre en la habitación y se aproxime a la mesa, los caramelos se desprenderán de su dulce sueño agitándose levemente, y cada uno de ellos rezará esperanzado a su dios particular (de color rojo, de color verde, de color naranja) para ser el elegido y disolverse para siempre en el cielo de una boca.

Imagen: Mariano Venditti

24 comentarios:

Arilena dijo...

Deliciosamente dulce.

Viridis dijo...

¡Qué ricos¡

Gemma dijo...

¡Cielos!

Enrique Páez dijo...

Gracias, Herman. Hoy necesitaba caramelos :-)

Olga Cánovas Galindo dijo...

Me escojo uno naranja y uno verde. Lo siento, pero son dos colores que suelo llevar juntos y qué mejor lugar que el cielo de mi boca para disolverse:-)
Dulces besos

Carlos Frontera dijo...

Desde que leí este cuento en los inéditos, he de reconocer que me pareció algo especial. Tal vez no sea el mejor tuyo, pero es un cuento que deja una sensación dulce cuando uno acaba de leerlo, dan ganas de sonreír.
Genial la última frase.

Galder Reguera dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Galder Reguera dijo...

Fantástico. Ya sé que tengo, además, algo de caramelo, pues mi dios es azul y mi diosa, amarilla.

Ivan Humanes dijo...

Hemrman, cómo estamos? Buenos caramelos los tuyos, cada cuentito uno de ellos. Salut y avanti.

malditas musas dijo...

Pero tus letras no dan caries y tienen un Dios particular.

Besos
Musa

Elsa dijo...

Un gusto, Herman. Eres un maestro en esto de contar mucho y hermoso en poquito..
Me encantó tu suspiro. Desde el primer momento, una vez leídos todos, lo puse como favorito.
Repito. Enhorabuena.
Un abrazo.

Arcángel Mirón dijo...

Debe ser aburrido ser caramelo.

Anónimo dijo...

Mongolismo.

Unknown dijo...

Que cada uno devuelva su caramelo y se vaya patinando pa su casa.

Herman, perdona esta violencia.
Recuerda que me estoy muriendo.
Y que tengo que aprovechar cada instante.
Y no dejar nada por decir, ni por hacer.

Adela Fernández dijo...

Gracias por pasarte por mi blog, Herman. Sigo enganchada a tus caramelos, quería decir... relatos. Por cierto, te recomiendo otro blog de un gran escritor, Miguel angel muñoz: http://elsindromechejov.blogspot.com
Saludos.

Pily dijo...

De nada, me pareció un relato muy especial, me alegro que hayas ganado, felicidades!!!

Si no te importa ya que paso por aquí te cojo un caramelo rojo ;)

Besos...

Javier Puche dijo...

También lo es tu visita, Arilena.

Mucho, Viridis, pero su ingesta masiva produce caries. Te recomiendo ingerir caramelos con moderación. A lo sumo, 50 ó 60 diarios. Pero no a la vez.

Bonita e incontestable exclamación, Mega.

De nada, Enrique. Celebro haberte dado lo que necesitabas. Ojalá se repita esta grata casualidad.

Tuyos son, Espectadora, el verde y el naranja. Que la disolución sea gozosamente dulce.

Agradezco tus comentarios, Viajero. Que el relato te haya parecido especial, vuelve especial el relato. Mis caramelos se desperezan orgullosos.

Dices, amigo Galder, que tu dios es azul. ¿Acaso profesas como yo la religión del mar?

Gracias, Iván, por la amable visita. Salut y avanti.

Otro beso para ti, Musa. Lo que dices me complace enormemente.

Bienvenida, Viento, a este rincón. Sopla cuanto quieras por aquí, aunque me turben tus hiperbólicas loas.

No creas, Arcángel. Los caramelos conversan mucho entre sí, y se acarician incansablemente y creen en el cielo. Su existencia está lejos de ser tediosa.

Si no me engaño, Anónimo, eres el primer troll que traspasa esta puerta. El júbilo me embarga. No dejes nunca de visitarme.

Nada tengo que perdonarte, Vieja, pues tu alma es noble como la de un San Bernardo y a nadie puedes herir nunca. Habla cuanto desees, sin miedo a incurrir en el despropósito. Despliega para nosotros el privilegio de tu libertad insobornable.

Celebro con serpentinas tu visita, Adela. "El Síndrome Chéjov" es uno de mis vicios privados. Frecuento el blog de Miguel Ángel desde que tengo uso de razón. Gracias, pese a ello, por recomendármelo.

Bienvenida, Pily. Llévate también uno verde. Sobre todo para que Cortázar pueda decir luego "su boca olía despacito a menta".

Besos y abrazos para todos.

Mamen Alegre dijo...

Hola Herman, no podía hacer menos que votar tu relato, me pareció muy bueno.
Felicidades y gracias por visitarme, si no lo hubieras hecho, yo no conocería tu página, que también frecuentaré.

Saluditos. :)

Castigadora dijo...

¿Hay algo más gratificante que realizar nuestra misión en la vida? Que fácil lo tiene ellos que saben cual es!

Un saludo

Rocío dijo...

Me gusta esta poesía de destinos y colores

Anónimo dijo...

Hola Hernan, soy Mariano Venditti, el artista que hizo esta pintura.
Quería agradecerte, por poner tu poesía a mi obra.
Muy buebo y gracias

Mi web es:www.marianovenditti.com

Anónimo dijo...

Dulcísimo cuento! Pero, por qué
esos caramelitos tienen alma de
suicidas? No seria mejor para
ellos permanecer en su hermoso
recipiente, en permanente
actitud provocadora?
Felicitaciones!
BB

Anónimo dijo...

Leyendo este breve relato me he sentido "caramelo". Es curioso que pueda compararme a un diminuto y colorido caramelo, será por mis ansias de ser comida por un Dios hecho a mi medida.Gracias por inspirar este pensamiento ¡Mis más sinceras felicitaciones Herman!

Anónimo dijo...

La mano esta más cerca de lo que creemos..es una mano fria huesuda nerviosa...necesita aferrarse a algo..aunque sea a un de esos caramelos que estan en el recipiente de cristal de la mesa.

dafne