Fui a comprarme un abrazo en las rebajas, pero no tenían mi
talla. Solo había uno rosado y tupido que me quedaba ancho. La vendedora trató
de persuadirme para que lo comprara, argumentando que era calentito y muy
práctico, porque me permitía llevar mucho sentimiento puesto. Además, por la
compra de uno me regalaban un apretón de manos u otras partes del cuerpo.
Sonaba tentador, pero debía pensarlo. Entre tanto fui a otro mostrador a oler
las sensaciones de la temporada otoño-invierno que este año son de tendencia
claramente bucólica derrotista, con un deje de minimalismo bélico. Ojalá me
alcance el dinero para alguna mala intención, un par de sospechas y al menos
una corazonada.
Isabel Mellado (El perro que comía silencio)
3 comentarios:
Ojalá .
Muy bueno. Te deja ese sabor que dejan los buenos microrrelatos tras la segunda lectura. ¿Por qué los leeré siempre dos veces?
Bella mujer esta Isabel Mellado.
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