Me corté una oreja y salí de casa. En el ascensor coincidí con mi vecino y me preguntó qué había ocurrido. Le dije que fue un accidente, esquiando. El tipo del quiosco también se fijó. A él le expliqué lo del atraco a punta de navaja. Luego, en la cafetería, el camarero insistió. Se me cayó, respondí sin más. Al llegar a la oficina confesé que sufría un tumor maligno. Funcionó. Hasta ella dijo que lo sentía y me besó en la mejilla. Tenía una voz bonita, olía bien y era más guapa aún de cerca. Unos días después todo volvió a ser como antes. Ayer me corté la otra.
Agustín Martínez Valderrama
Imagen: Fotograma de El hombre elefante (David Lynch)
Querencias
Hace 17 horas
12 comentarios:
Agustín tan certero como siempre.
Recuerdo perfectamente este relato de Agus, es un fenómeno.
Buen micro, sin duda.
un abrazo orejudo
Lo que se hace por llamar la atención. Muchas veces las mayores locuras tampoco te aseguran que dejes de ser invisible.
Muy bueno el micro de Agus.
Le encantaría a Van Gogh...
Cualquier cosa para ser notado...
Besos
BB
Lo había leído ya en su blog, pero me sigue gustando. Las desgracias no siempre son desgracias.
Un abrazo.
Lo malo es que ya no le quedan más recursos...
Cualquier cosa para ganar, sino el aprecio de los demás, sí al menos la invisibilidad.
Lo recordaba, es excelente.
Abrazos.
Susana Camps
Javier, gracias por tu generosidad. Y gracias también a los que dejaron su amable comentario.
Abrazos.
Qué bueno!!! El final desgarra.
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