martes, 18 de diciembre de 2007

El secreto del universo

Las fichas del Intelect estaban esparcidas por el suelo formando palabras incomprensibles. Al descubrir las letras en desorden, el bebé emitió un prolongado balbuceo de júbilo que le hizo perder su chupete. Acto seguido, se acercó gateando para jugar un rato con aquel pequeño caos (nada de esto logró despertar a la madre, entregada a un plácido y negligente sueño frente al televisor). Al cabo de unos instantes combinando fichas, siempre con un hilo de baba en la boca, quiso el azar que sus minúsculas e inconscientes manos compusieran un enunciado que, además de poseer una belleza formal deslumbrante, contenía el secreto del universo. Pero el milagro fue breve: de súbito, la criatura hizo desaparecer su obra de un manotazo. Ni siquiera yo, que supuestamente soy un narrador omnisciente, tuve tiempo de leer lo que allí ponía.

Este relato ha recibido una Mención especial en el I Premio de Relato mínimo Diomedea

10 comentarios:

Arilena dijo...

Muy buen relato. Me ha gustado. Felicidades otra vez por la mención y a seguir participando ;)
Un abrazo

Anónimo dijo...

La situación es muy literaria pero un tanto inverosímil... ¿una madre que se queda dormida con su bebé gateando suelto? Y si tal cosa ocurriera, sería probablemente porque está al borde del colapso nervioso y en tal caso el término "negligente" es injustificadamente duro. En relatos tan cortos la precisión es importante...

Al margen de esta apreciación femenina en defensa de la pobre madre, el relato está muy bien.

Arcángel Mirón dijo...

Me gustó, me hizo acordar a ciertos cuentos de Dolina, ¿lo leíste alguna vez?

Javier Puche dijo...

Me alegran mucho vuestras amables palabras. Gracias de corazón.

Acerca de tu crítica, Kristina, permíteme decir que por desgracia existen madres negligentes, aunque nos disguste admitirlo. Pero no temas, al bebé de mi relato no le ocurrió nada. Ha crecido sano y salvo y en la actualidad trabaja como adiestrador de mangostas en Wisconsin.

En cuanto al escritor que mencionas, Gilda, he de confesar que no lo conozco. Disculpa mi ignorancia. Ahora mismo voy a escribir "Dolina" en el Google.

Abrazos.

Anónimo dijo...

Hombre, mención. El club de los mencionados es el que realmente merece la pena, bien lo sabes. Me honra y me congratula que hayas accedido a él. Por fin un poco de buena compañía.

Javier Puche dijo...

Un placer formar parte de tan distinguido club, Sr. Cossini.

Sergi Bellver dijo...

En contra de las apariencias, no poseo todos los secretos del universo Diomedea, y hay cosas, por fortuna, que se me escapan. Pero si de algo estoy orgulloso es de haber movido ciertos resortes entre vosotros, que escribís.

Un placer y espero que repitas, con otras notas, aunque sean de la misma melodía (grande Ribeyro).

Ivan Humanes dijo...

Vaya, realmente contenido y meritorio. Muchas felicidades. Gracias por visitar mi blog.

Javier Puche dijo...

Me honra tenerte por aquí, Sergi. Tu labor como maestro de ceremonias es impagable.

Y gracias a ti, Iván, por la visita.

Anónimo dijo...

Enhorabuena por esa merecida mención especial, Herman. No imaginas el placer que supone leerte, ir descubriendo, post a post, la magia de esta bitácora.

Besos orgiásticos.