jueves, 20 de marzo de 2014

Asincronía

Ella paseaba triste. Él deambulaba cansado. Ambos chocaron de frente al doblar una esquina. Turbados ante la belleza del otro, procedieron a disculparse con ávida lentitud. Tanta que sus respectivas e impacientes sombras, lejos de esperarlos como dicta la costumbre, se fundieron por su cuenta en un apasionado beso bidimensional, anticipándose veladamente al curso de la acción. Algo después, cuando lograron eludir las palabras, los rezagados cuerpos también se besaron al fin, mientras las sombras, siempre por delante, retozaban con ímpetu en el suelo. Desprovistos de sincronía, terminaron los cuatro acudiendo febriles a un hotel de las inmediaciones. Allí se mezclaron por completo. Al abandonar derrengados la habitación, el cuerpo de ella proyectaba la sombra de él y viceversa. Fantasearon con ser felices juntos, emprendiendo por inercia un noviazgo tradicional. Pero pronto cada sombra regresó sigilosamente al cuerpo que le correspondía. Y sobrevinieron estrepitosas discusiones por nimiedades. Tras sufrir la última, los cuerpos se abrazaron con pesadumbre y temblor. No así las sombras, que permanecieron gélidamente distanciadas en la pared, como adversarios inmóviles. Esa noche las dos huyeron por separado en direcciones opuestas.

(Texto dedicado al inolvidable Rafael Pérez Estrada y publicado en el número 363 de la revista Quimera)

Imagen: Alexey Menschikov

6 comentarios:

Cristina dijo...

A veces la realidad arrasa con todo, hasta con la ilusión que nos produce un espejismo.
Me has conmovido.
Un beso, Javier.

CDG dijo...

Enhorabuena.
Un saludo.

Javier Puche dijo...

Me alegra mucho haberte conmovido, Cristina. Gracias por tus amables palabras. Un beso.

CDG, gracias, por tu felicitación y por tu visita a esta casa que no existe.

Anónimo dijo...

Soy tan tonta que incluso lloro.

Anónimo dijo...

....

Castigadora dijo...

Me deja una extraña sensación este texto que no consigo poner en palabras. De todas maneras fue un placer leerte de nuevo.

Un saludo